
Monumentos Históricos en Atlixco: Templo de Santa Cecilia, parte 1 de 5
El Templo de San Agustín, como es mejor conocido, guarda muchísima historia, y es por eso que merece ser el tercero de nuestra serie dedicada a monumentos históricos
Nuestro tercer monumento, da la casualidad de ser la segunda construcción religiosa en Atlixco, pero la tercera orden en establecerse en nuestra ciudad. En la tercera entrega de la serie “Monumentos Históricos en Atlixco”, veremos nuestro primer edificio religioso que no solo ha resistido el paso del tiempo, sino que también ha sido su testigo: el Templo de Santa Cecilia, también conocido como Iglesia de San Agustín. Misma que se encuentra en la calle 3 Poniente número 16A, justo en la esquina sur poniente donde se cruzan la Avenida Independencia y la calle 3 Poniente.
Al ser, como ya se ha mencionado, el segundo edifico religioso que se hizo en Atlixco, no solo se destaca por su belleza o ubicación, sino también por su historia. Una que está ligada íntimamente a la llegada de los frailes agustinos a la entonces Villa de Carrión, hoy Atlixco. El fraile agustino Fray Juan de Grijalva —historiador y tercer cronista de la Orden de San Agustín, no el conquistador que llegó con Hernán Cortés— fue quien documentó la llegada de su orden a este punto del valle poblano hacia la década de 1590, convirtiéndose en la tercera congregación religiosa en establecerse en la región, después de los franciscanos.
Según Grijalva, desde su fundación el templo fue dedicado a Santa Cecilia, aunque con el paso del tiempo también se le conoció como la Iglesia de San Agustín debido a la iconografía que adorna su interior, centrada en la vida de este santo y en la obra de su orden.
La construcción no se limitó a una iglesia. Con el tiempo, se levantó un convento cuya edificación se concluyó en 1698, después de la muerte del propio cronista. Este convento llegó a abarcar toda una manzana, desde la actual Avenida Independencia hasta la calle 3 Sur, y de la calle 3 Poniente a la 5 Poniente. Lo que hoy conocemos como el mercado Benito Juárez, en su momento fue la huerta de este complejo religioso.
Una de las particularidades del Templo de Santa Cecilia es su pequeño atrio, algo inusual para los conventos de órdenes mendicantes como la agustina, que solían construir grandes espacios abiertos para la congregación de fieles, y en el caso de los templos católicos latinoamericanos, estos estaban destinados especialmente para indígenas. El reducido tamaño del atrio sugiere que el templo estaba destinado principalmente al servicio espiritual de los españoles y criollos residentes en la villa, no a la evangelización indígena, misión que sí asumieron otras órdenes como la franciscana.
Fray Juan de Grijalva escribió sobre este lugar con afecto y visión, afirmando que, aunque no era el convento más ostentoso, era de los más valiosos por su ubicación estratégica y potencial de permanencia. Y tenía razón. El Templo de Santa Cecilia sigue en pie, testimonio de una época de profunda transformación espiritual y social en Atlixco.