
Alicia Garcés, encargada de mantener viva la tradición de los Engrillados de Atlixco
En Atlixco, la tradición y la fe caminan de la mano, acompañados por manos entregadas al compromiso de realizar estas festividades, Alicia Garcés es un ejemplo de esto. Se ha convertido en un pilar fundamental para mantener viva una de las celebraciones religiosas más representativas del pueblo mágico: la procesión de los Engrillados.
En entrevista con Hechos Atlixco, Alicia compartió su emotivo recorrido de vida dentro de esta manifestación de religiosidad popular, marcada por el ejemplo de su padre, Jaime Garcés Quitl, quien fue uno de los encargados contemporáneos de esta tradición.
“Desde pequeña acompañaba a mi papá. Recuerdo estar en los salones del ex convento de San Francisco, donde se preparaban muchas actividades. Desde los cinco o seis años ya vivía el Viacrucis en familia”, relata con nostalgia.
Alicia asumió mayores responsabilidades desde su juventud, primero como apoyo logístico, y más tarde, motivada por la salud deteriorada de su padre, fue tomando el liderazgo. Trámites ante autoridades, organización de recorridos, preparación espiritual de los participantes y gestiones pastorales, se volvieron parte de su día a día.
“No solo es la tradición, es un compromiso con Dios”, afirma. Tras una etapa difícil en su vida personal, marcada por una separación matrimonial, encontró en su fe una fortaleza renovada. “Fue cuando más me acerqué a la Iglesia. Sentí que ese era mi lugar y mi misión”.
Su servicio ha trascendido la procesión. Es catequista, coordinadora de un consejo pastoral, y actualmente secretaria del Mausoleo Nuestra Señora de la Soledad, proyecto impulsado por el padre Alfredo durante la pandemia. “Aquí no vendemos, brindamos un servicio a las familias que buscan un lugar de descanso para sus seres queridos”, explica con humildad.
La Virgen de la Soledad tiene un lugar especial en su vida. “En mi momento más difícil, fue a ella a quien acudí. Postrada ante su imagen le pedía fuerzas para seguir”.
Hoy, como líder de un grupo de 35 personas, Alicia se enorgullece de ver cómo los participantes no solo reviven la pasión de Cristo, sino que también fortalecen su fe. Este año, por primera vez, los Engrillados colocaron un tapete de aserrín como ofrenda, gesto de agradecimiento y entrega espiritual.
Sin embargo, su camino no ha estado exento de retos. “Lidiar con distintos pensamientos, sobre todo siendo mujer entre muchos hombres, no ha sido fácil”, confiesa. Aun así, su convicción ha inspirado a varios jóvenes y adultos a retomar sus sacramentos, incluso a regularizar su situación matrimonial. “Ese es mi mayor regalo: saber que Dios habla a través de mí y que, por medio de este servicio, muchos se reencuentran con Él”.
Alicia Garcés no solo lidera una tradición centenaria. Es, como ella misma dice, un instrumento de Dios que, con amor, compromiso y fe, guía a otros hacia el encuentro con Cristo, manteniendo viva la esencia espiritual de Atlixco.