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La historia más grande jamás contada, parte II: El origen de la Pascua

Siguiendo con nuestra serie especial con motivo de la Semana Santa 2025, en esta ocasión exploraremos el origen de la Pascua, una celebración profundamente significativa tanto para el judaísmo como para el cristianismo. Conocer sus raíces nos ayuda a entender mejor el contexto en el que Jesús vivió, así como el simbolismo que rodea a la Última Cena y la Pascua cristiana.

Como es ampliamente conocido, Jesús fue judío. No solo por nacimiento, sino también por su práctica religiosa y observancia de las tradiciones de su pueblo. Entre estas tradiciones destaca una festividad de gran peso histórico y espiritual: la Pascua judía, o Pésaj, que conmemora la liberación del pueblo de Israel del yugo de la esclavitud en Egipto.

La Pascua en el judaísmo

Según narra el Libro del Éxodo, el pueblo de Israel fue sometido a la esclavitud en Egipto durante generaciones. Para liberarlo, Dios —Yahvé o Jehová— envió a Moisés como su mensajero. Tras una serie de advertencias en forma de nueve plagas, llega finalmente el juicio definitivo: la décima plaga, que consistió en la muerte de todos los primogénitos egipcios.

Previo a este acontecimiento, Dios da instrucciones muy específicas al pueblo hebreo para marcar sus casas con la sangre de un cordero sin defecto. Aquellas casas serían “pasadas por alto” por el ángel exterminador. De ahí surge el significado del término Pascua, que proviene del verbo “pasar por alto”. De hecho, en inglés, la festividad judía se llama Passover, haciendo referencia directa a este acto de protección divina.

El capítulo 12 del Éxodo detalla cómo debía celebrarse esta noche memorable. Desde el sacrificio del cordero el día 14 del mes de Nisán, hasta las formas precisas de consumirlo —con prisas, con el bastón en la mano, sandalias puestas y la cintura ceñida—, todo tenía un profundo significado: estaban listos para partir, listos para ser liberados.

Nisán: el mes del renacimiento

Dios declara que ese evento marcaría el inicio de una nueva era: “Este mes será para vosotros el comienzo de los meses; será el primero de los meses del año.” (Éxodo 12:2, Biblia de Jerusalén) Así, el calendario hebreo comenzaría a partir del mes de Nisán, que coincide con la llegada de la primavera, símbolo universal de renacimiento y esperanza. Su nombre proviene del acadio nisānu y del sumerio nisag, que significa “retoño” o “primer brote”, aludiendo al florecimiento de la vida tras el invierno.

El calendario judío es lunar, por lo que los meses comienzan con la luna nueva. El 14 de Nisán, día señalado para la celebración de la Pascua, corresponde a la primera luna llena después del equinoccio de primavera. Por esta razón, la Pascua es una festividad móvil, y su fecha varía entre marzo y abril según el año.

Jesús y la Pascua: la Última Cena

Siglos después, durante el tiempo en que Jesús vivió en la Tierra, él mismo observaba fielmente la Pascua, como lo hacían todos los judíos de su época. Esta celebración era central en la identidad del pueblo de Israel y, según los evangelios, Jesús participó en ella junto con sus discípulos.

El evangelio según Marcos, capítulo 14, versión Biblia de Jerusalén, lo expresa con claridad:

  1. El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?»

Fue en ese contexto donde Jesús, en la noche del 14 de Nisán, celebró la cena que sería recordada como la Última Cena. En ese encuentro, instituyó un nuevo símbolo para sus seguidores:
“Haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19, versión Reina-Valera 1960)

Esa noche, los acontecimientos se precipitaron: la traición de Judas, el arresto de Jesús, su juicio y, al día siguiente, su crucifixión. Los primeros cristianos, siguiendo el mandato de Jesús, comenzaron a observar también una conmemoración en esa fecha: la Pascua del Señor, un acto de memoria y esperanza centrado en su sacrificio.

Una festividad que une historia y fe

La Pascua es, por tanto, una celebración que conecta a dos pueblos y dos historias: la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud, y la redención espiritual que, según la fe cristiana, se cumple en la muerte y resurrección de Jesús.

Comprender su origen nos permite acercarnos con mayor profundidad al verdadero significado de la Semana Santa y al contexto en el que se inscriben los últimos días de Jesús.

En nuestra próxima entrega, exploraremos quiénes fueron los cuartodecimanos, el grupo de cristianos primitivos que insistía en celebrar la Pascua exactamente el día 14 de Nisán, independientemente del día de la semana en que cayera. Un dato más que nos acerca a las raíces de la fe cristiana.